El Complejo de Edipo, lo que S. Freud denominó a una etapa temprana de la vida del sujeto; permite la consolidación de una serie de vínculos con personas de su mismo sexo y del opuesto (madre, padre, hermanos(as)) y se convierte en pilar para determinar las relaciones afectivas/vinculares posteriores con otros sujetos (gracias a la trasmutación de los afectos).
Es entonces como todas las personas con las que el sujeto establezca relaciones afectivas en un futuro, no son más que los sustitutos de esos primeros objetos de sentimiento, gracias a las huellas mnémicas de los vínculos establecidos tempranamente y que por lo general se dan de manera inconsciente ya que ninguno de aquellos vínculos se conserva en la memoria.
En los diferentes vínculos que se dan en el Edipo, el más importante para el varoncito es el que tiene con su padre; el cual el sujeto lo considera como la persona más sabia y fuerte de todas (omnipotencia del padre), pero al mismo tiempo es considerado como perturbador de su vida pulsional. Se quiere por un lado imitarlo y por el otro se le quiere eliminar y ocupar su lugar (se da gracias al enamoramiento que se tiene de parte del varoncito hacia su madre y donde el padre tiene la obligación de implantar la norma). Es precisamente esto lo que denomina el Psicoanálisis como “ambivalente”, ya que priman dos sentimientos en dicho vínculo y son totalmente disociados. En la segunda infancia el vínculo con el padre se ve afectado, ya que el niño empieza a conocer en realidad el mundo externo y lo lleva a bajar a el padre de la omnipotencia en que lo ha tenido; dándose cuenta de que este no es el más fuerte, sabio e inteligente de todos como creía y aprende entonces a criticarlo y por lo común le hace pagar el engaño que le ha causado.
En las relaciones con nuestros maestros, nosotros los alumnos aparte de tener interés por el ámbito académico y científico, sentimos gran curiosidad por la subjetividad/la persona del maestro. Es por ello que nos ponemos de parte de ellos, nos agradan, nos cuestionamos acerca de sus vidas, y en contraposición nos oponemos a sus aportes, los cuestionamos, y tratamos de convertirnos en antagonistas en la relación maestro-alumno.
Cuando se da entonces la exploración acerca del mundo y se pasa de una identificación totalmente del padre a una externa, tiene como consecuencia la diminución de la omnipotencia del padre, y es entonces como en la segunda etapa de la infancia los maestros se convierten en sustitutos del padre y es por ello que aunque estos últimos no sean padres, sean basaste jóvenes, se conviertan en tan inalcanzablemente adultos, es decir, tan omnipotentes, lograr trasmutar la imagen parental. Se da entonces una trasferencia hacia ellos de sentimientos que solíamos brindarle a nuestro padre en la niñez temprana y que S. Freud cita detalladamente. “Trasferíamos sobre ellos el respeto y las expectativas del omnisciente padre de nuestros años infantiles, y luego empezamos a tratarlos como a nuestro padre en casa. Les salimos al encuentro con la ambivalencia que habíamos adquirido en la familia, y con el auxilio de esta actitud combatimos con ellos como estábamos habituados a hacerlo con nuestro padre carnal”[1]. Se evidencia también con los compañeros, que se convierten en sucesores de los hermanos(as).
Es entonces una explicación clara acerca de las conductas que asumimos los alumnos respecto a nuestros maestros y que su etiología gira en torno a lo que se desarrolle en el Edipo, en el psiquismo de cada uno, en la subjetividad del sujeto.
GLOSARIO:
Cortejar; Asistir, acompañar a alguien, contribuyendo a lo que sea de su agrado. Trasmudar (trasladar); Llevar a alguien o algo de un lugar a otro. Aprontar; Prevenir, disponer con prontitud. Omnisciente Que tiene sabiduría o conocimiento de muchas cosas. (www.rae.es)
Rogger Mauricio Duque G.
Grupo 001
En ejemplos concretos ¿Como el jovencito le hace pagar el daño que le ha causado el padre?(el jovencito coincibe un engaño por parte del padre, que este último no sea omnipotente como el jovencito creía).
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