viernes, 13 de mayo de 2011

PRIMER TIEMPO DEL EDIPO (LACAN)

En este primer momento de la estructuración del complejo de Edipo hay una relación diádica entre el niño y la madre. El niño desea/se identifica con el objeto de deseo de la madre (se convierte en lo que la madre desea)-el cree que su madre es feliz por él mismo, sin saber que su madre busca otra cosa mas allá de él, ella busca su completud narcisista- ; por eso se dice que el deseo del niño es el deseo del otro. El deseo se da en doble sentido (ser deseado por el otro y el deseo del otro se toma como si fuera propio); todo determinado por la dependencia de amor, sin dejar a un lado la dependencia vital. El niño en el primer tiempo es el falo y cree que no existe otra cosa más allá de él.
La madre como otro, aporta al niño el código, el lenguaje, las palabras que captan y moldean sus necesidades. Es así como el niño cuando tiene una necesidad, la única forma de captarla en términos de lenguaje es gracias al exterior (el lenguaje no es de él, sino de la madre, y es ella misma la que le dice al niño lo que esta pasando). Aquí el niño lee sus necesidades en los gestos de su madre/de su otro. Esto es lo que Lacan denomina el transitivismo, que consiste en leer en el otro lo propio, es así que lo que le pasa al otro nos pasa a nosotros mismos. En este momento el otro es un semejante especular (relacionándolo con el estadio del espejo). La madre en este primer tiempo es la Ley (lo que ella concibe como valioso, es valioso para el niño).
El niño se identifica con el falo imaginario (objeto imaginario), en tanto que la madre lo simboliza en el falo. El niño se identifica con esa imagen de perfección (que la madre ha simbolizado como el falo). Aquí el niño toma de la madre el deseo de ser eso, si se es eso entonces se es lo que a la madre le hace falta (la madre se siente en falta por su propia castración en su propio Edipo- se convierte en madre fálica-siente que esta completa porque tiene el falo (niño) que nunca tuvo/que su papá no le dio en su propio complejo de Edipo) y por ende entonces la completa al tenerlo.
El niño por lo tanto queda inscrito en el deseo de la madre, es el significante del deseo del otro, es el signo de la falta pero al mismo tiempo es lo que la completa.
La relación madre-hijo es una unidad narcisista, ya que cada uno posibilita la ilusión de perfección del otro. Si dicha posición no pasa a un segundo momento donde la relación fálica deja de existir se da la perversión en el sujeto.
 Tomado de: " Introduccion al estudio de la perversiones" el edipo en Freud y lacan. Hugo Bleichmar

No hay comentarios:

Publicar un comentario